Las ideologías han venido para complicarnos la vida. El nacionalismo, por ejemplo, con su fanatismo señalético nos obliga a decir y a leer cosas tan absurdas como “Burlada/Burlata”. El feminismo, por su parte, es aún más inflexible en su ortodoxa verborrea como cuando nos hace decir, por ejemplo, “los y las vecinos y vecinas”.
Existe una cosa llamada economía del lenguaje que consiste en aplicar el sentido común a lo que se dice para dejarlo bien dicho en el menor número posible de palabras. Me dirán que la tinta y la pintura reflectante que consumen estos ideólogos de nuestro tiempo son el chocolate del loro; que tampoco es que perdamos tanto tiempo por tenerles contentos. Me faltan datos estadísticos para responder a esa objeción. Lo único que se es que todo suma, que esta clase de recortes lingüísticos serían bienvenidos a la hora de simplificar las cosas, a la hora de ajustar lo que hacemos y pensamos a la realidad de las cosas.

Artículo de Jeronimo Erro con el que coincido. Por eso,que no se me ofenda nadie:soy feminista como la que más,pero creo que hay que luchar "a muerte" con otras cuestiones dramáticas de verdad, y no por los tan cacareados "miembros y miembras" de antaño .