Amparo Pamplona: ¡¡Bienvenidos!!




En este día lluvioso experimento frente al ordenador el tan cacareado “síndrome del papel en blanco”,que se decía en tiempos y que ahora se habrá cambiado por el de “pantalla en blanco”, digo yo. Mi padre, que tuvo entre otras facetas la de periodista (brillante y noble actividad cuando quien la ejerce lo es),me decía que el escribir a diario una crónica o un artículo, era principalmente, oficio. Una verdad que pude comprobar hace algún tiempo cuando, más por necesidad vital que por otra cosa, escribí el primero de mis dos únicos libros publicados, con el título “Siempre quedan las estrellas” y que narra la etapa de mi vida que me ha marcado para siempre un “antes” y un “después”.

En esos años, recuerdo, se me pasaban veloces las horas frente a la máquina de escribir. La memoria iba conformando historias que eran, a un mismo tiempo, dolor y bálsamo para el alma …concretamente para la mía.

El ordenador me lo compré con los derechos derivados de ese primer escrito y pocos meses después de su presentación, me animé con el segundo libro, esta vez una novela que titulé “Como si no pasara el tiempo”.

Cuando fui consciente del instrumento con el que me enfrentaba y con el que estaba condenada a entenderme, decidí bautizarle con el nombre de “YAHVÉ”.Me explico: para mí el ordenador era, y sigue siendo, un…algo que no entiendo, que me permite manejarle( a veces), que necesito (y lo sabe muy bien),y en el cual confío, si bien estoy segura de que tarde o temprano me hace la gran putada. O sea: ¡Yahvé!  El manejo de este trasto, sin el cual ya no somos nada miles de millones de personas en el mundo, poco a poco se fue acomodando en mi pobre mollera, y hasta las palabrejas  google, hardware, software.., fueron adquiriendo una cierta cotidianidad. En mi pequeño despacho, tenía a mano, no obstante, el teléfono para que  alguno de mis sobrinos, me fuera explicando, con infinita paciencia, los pasos a seguir para deshacer las decenas de entuertos que mi ignorancia ocasionaba. En fin, más o menos ducha, acabé mi segundo título, que publicó al poco tiempo un amigo editor He de decir que tanto el primer libro como el segundo se vendieron bien. Incluso tuve la grata experiencia de firmar en la feria del libro de Madrid, por cierto que llovió los dos fines de semana, para no variar. Estaba haciendo por aquel entonces una función en el teatro Reina Victoria y me bajaba andando a la hora debida, la mar de contenta por la calle de Alcalá. A año siguiente mi amigo el editor, con un problema serio de salud, se vio obligado a cerrar la empresa, con lo que la distribución de “Como si no pasara el tiempo” se fue al traste. La suerte del primer libro:”Siempre quedan las estrellas” tampoco fue mucho mejor porque a los seis años de estar reeditado, la empresa cambió de dueños ,y los nuevos decidieron “hacer hueco” en el almacén, destruyendo todos los ejemplares que llevaran más de cinco años publicados, sin tener siquiera la atención de mandármelos, aunque había hecho la petición y estaba dispuesta a comprarlos.

 Muy difícil el oficio de escritor,señoras y señores que se han asomado a estas líneas.

Pero hay que seguir en activo, y en eso estoy.